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Las primeras materias entran en los almacenes en donde se toman muestras…
«Comenzamos a ejercer la profesión médica en los ya lejanos tiempos en que las sabias y dilatadas enseñanzas del profesor Alfred Fournier eran universalmente acatadas como fundamental doctrina de los conocimientos sifiliógrafos, y en los que el mercurio era considerado por todos como el principal y casi exclusivo remedio contra la sífilis -medicamento específico se le llamaba-, sin que ni remotamente se vislumbrase entonces un plus ultra terapéutico…
Discutíanse custiones de mero detalle, tales como las ventajas e inconvenientes de las inyecciones de biyoduro de mercurio, de aceite gris y de calomelanos, y empezaban a quedar relegadas de la práctica aquellas clásicas y vulgarísimas fricciones mercuriales que durante muchas décadas habían constituido la base de las curas, rigurosamente periódicas e intermitentes, preconizadas por Fournier, seguidas de prolongada ingestión de fuertes dosis de yoduro potásico, y que en España solían ser rematadas por ritual estancia en los famosos baños de Archena (Murcia).
Y apenas si algún clínico -Gaucher- se atrevía a aconsejar la colaboración del arsénico en el tratamiento de la sífilis».

…que son examinadas cuidadosamente en el laboratorio de análisis
«El azar, que tanto juega en la vida de los hombres, deparó a la nuestra -orientada desde las aulas hacia el estudio de la especialidad dermosifiliográfica- la oportunidad de ejercer en un medio algo exótico y sobre una clientela especial y numerosa, donde abundaban extraordinariamente los afectos de sífilis y eran frecuentes los casos de aquellas lesiones malignas, corrosivas, mutilantes, que sólo en alguna ocasión habíamos visto en la Clínica de la Facultad, y muchas en las láminas de los libros y en las piezas plásticas de los museos anatómicos.
Con la particularidad de tratarse de enfermos hasta entonces nunca impurificados por el contacto o la introducción de mercurio y en los que la sífilis evolucionaba en plena libertad, sin sujeción a frenos terapéuticos que limitasen sus estragos».

…y purificadas en caso necesario
«Muy poco tiempo antes, el misterioso e invisible germen de la sífilis entrevisto por Bordet, había sido al fin descubierto por Schaudin y Hoffmann, sabios alemanes que, persiguiendo el citorrites Louis, tropezaron con el espirilo pálido, después espirocheta y definitivamente treponema Schaudin.
Y pocos meses más tarde, otro biólogo alemán -Wassermann-, ensayando en la sífilis el fenómeno de la desviación del complemento, descubierto por Bordet, halló la reacción de su nombre, que fue durante muchos años recurso de inestimable valor diagnóstico, que más adelante, perfeccionada en su técnica y ampliada por las reacciones de floculación, llegaría a ser, como es hoy, imprescindible guía terapéutico».

Comienza la fabricación los ácidos arsínicos…
«Por aquel tiempo empezamos a saber algo acerca de un nuevo fármaco -el atoxil- que, utilizado para combatir la tripanosomiasis, por indicación de Uhlenhut, se ensayó con brillante éxito en el tratamiento de la sífilis, éxito casi inmediatamente anubarrado por la frecuente repetición de accidentes -neuritis óptica- tan graves como irreparables.
Estábamos en la segunda mitad del año 1910 y se aproximaba el otoño, cuando otro sabio alemán -Ehrlich- , como resultado de muchos años de paciente labor, dio a conocer al mundo un nuevo producto -Salvarsán-, que, rotulado también con un número -606-, habría de revolucionar la hasta entonces rutinaria terapéutica de la sífilis.»

…Aislándose los compuestos buscados.
«Una simplísima incidencia tuvo para nosotros la trascendental consecuencia de colmar nuestros afanes y aficiones, por el hecho de ser nombrados para formar parte de una Comisión oficial a la que se encomendó en España el estudio y experimentación clínica del Salvarsán, más conocido y vulgarizado por su apelativo numérico: el 606.
Seria y concienzudamente actuó la Comisión sobre abundante y bien seleccionado material clínico, pródigamente dotada de ampollas de Salvarsán y utilizando, además, los entonces modernísimos medios de investigación, que eran el examen de los treponemas al ultramicroscopio y la práctica de la reacción de Wassermann.

Unos productos se transforman en otros…
«Terminados sus trabajos, la Comisión consignó los resultados obtenidos en una Memoria, en la que, rechazando, por harto dolorosas, las inyecciones intramusculares (Alt), proclamaba la evidente y extraordinaria eficacia del Salvarsán aplicado por vía intravenosa, y señalaba prudentes reservas acerca de la persistencia de las curaciones logradas.
Y, en efecto, no tardaron los hechos, universalmente observados, en justificar nuestras previsiones.»

…Introduciendo nuevos radicales en la molécula.
«Ehrlich, basado en investigaciones de laboratorio, al parecer exactas e irreprochables, había llegado a afirmar la curación total de la sífilis mediante una única inyección de Salvarsán, aplicada en dosis tal -un centígramo por kilo de peso- que habría de producir la destrucción de todos los treponemas existentes en el organismo infectado.
Pero la realidad, en la clínica humana, no confirmó tan halagüeñas conclusiones. Y si bien resultó cierta la casi instantánea y maravillosa eficacia de una inyección de Salvarsán en las más graves lesiones sifilíticas, pronto se observó que en muchísimos casos, llegada a cierto grado, deteníase, para no progresar más, la mejoría obtenida, y que para continuarla era necesario recurrir a nuevas inyecciones.»

Los productos son secados en grandes estufas de vacío.
«Se comprobó también que en la mayoría de los enfermos, después de conseguida la curación clínica, la reacción de Wassermann continuaba siendo positiva.
La therapia sterilisans magna de Ehrlich había fracasado…»

Partiendo de los ácidos arsénicos obtenidos, se empieza la fabricación de arsenobencenos.
«Siguióse de aquí que, en su afán por curar la sífilis, muchos sifiliógrafos (en España, Azúa) optasen, o bien por repetir las inyecciones de Salvarsán, o alternarlas con series de inyecciones mercuriales. Volvióse, pues, en cierto modo, al tratamiento crónico e intermitente de la sífilis preconizado por Fournier.
Terminada la Comisión, al reintegrarnos a la asistencia de nuestra especial clientela, abundantemente provistos del nuevo fármaco, pueden suponerse cuántos rápidos y brillantísimos resultados pudimos conseguir.»

Todas las operaciones han de llevarse a cabo en el vacío o en atmósferas inertes.
«Mientras tanto, continuó Ehrlich sus geniales investigaciones, que le condujeron a modificar el Salvarsán, primero con el Salvarsán sódico y después con el Neosalvarsán -cifrado con el número 914-, que si no aventajaba a áquel en eficacia, al menos simplificaba notablemente su técnica, reduciéndola a cosa tan sencilla como practicar una inyección intravenosa de pequeño volumen.
Y, por fortuna, del Salvarsán sólo quedó el recuerdo de aquella previa y delicadísima neutralización de la acidez de la solución con lejía de sosa; el de aquella azarosa y enorme inyección de 200 c.c.:; el de aquella complicada jeringa Schreiber, con su llave de doble paso, y aún el de aquel ingenioso aparato inyector de Azúa.
Pero con la nueva medicación -Neosalvarsán-, rápida y universalmente adoptada, no todo fueron motivos de alborozo…»

Una intrincada red de conducción: agua, vapor, frío, vacío de diversas clases, gases a presión…
«Acechaban al médico, aparte de la enojosa incidencia de la inyección extravasada, causa de dolorosas inflamaciones y abcesos de lenta curación, y de las aparatosas crisis nitritoides, otros accidentes de muy diversa índole y gravedad.
Fueron éstos las impresionantes eritrodermias, las alarmantes púrpuras y las mortales encefalitis hemorrágicas. Y menudeaban también las ictericias postneosalvarsánicas, y no eran raras las neuritis craneales.»

…Garantizan los servicios centralizados en la sala de máquinas.
«Con estos elementos edificóse la leyenda negra del Salvarsán y del Neosalvarsán, en la que no pequeña aportación tuvieron los médicos galos, que desde siglos mantenían para con los tudescos -y siguen manteniendo- instintiva e irreductible animosidad.
Pero no en vano iba pasando el tiempo, ni tampoco resultaron estériles los trabajos de clínicos e investigadores.
Fue mejorando y metodizándose la pauta de los tratamientos neosalvarsánicos, generalmente colaborados por tratamientos mercuriales, y mediante sucesivas modificaciones (Stern, Noguchy, Calmette, etc.), se perfeccionó la técnica de la reacción de Wassermann y la de la investigación del treponema, progreso que inmediatamente aplicábamos a la labor clínica que nos estaba encomendada.»

Poderosas bombas de vacío profundo son necesarias para diversas operaciones…
«En 1914, al estallar la guerra europea y establecerse por los aliados el hermético bloqueo de Alemania, en breve plazo se agotaron en España las existencias de Neosalvarsán. Fue entonces cuando unos pocos y avisados médicos cotizaron hiperbólicamente las inyecciones neosalvarsánicas, mientras que los demás tuvieron que recurrir de nuevo a las lentas curas mercuriales, que para los habituados a la fulminante acción del Neosalvarsán resultó algo así como transbordar del rápido automóvil a la pausada carreta de bueyes.
Desde años antes, los químicos y clínicos del país vecino, aun más franceses que terapeutas, intentaban difundir el uso de ciertos preparados arsenicales -entre ellos la hectine-, aspirando a sobrepasar el éxito de la medicación de Ehrlich.»

…Como la desecación de los productos en estufas especiales.
«En ocasión del conflicto bélico, abolidas las patentes y los privilegios de fabricación, la industria química francesa, acuciada por el doble estímulo de la necesidad y de la competencia, lanzó al mercado numerosos sustitutivos del Salvarsán y del Neosalvarsán, que, simples variantes del tipo químico del arsenobenceno, se difundieron con los nombres de Sulfarsenol, Rodarsán, Treparsenán y sus correspondientes Neosulfarsenol, Neorodarsán, Neotreparsenán, etc., mientras los ingleses elaboraban la Arsfenamina y la Neoarsfenamina.
Durante la guerra, en Francia con lamentable frecuencia y en Alemania alguna vez, por fabricación apresurada y defectuosa, hicieron su aparición las luctuosas series negras de preparados arsenicales, llamadas así por los muchos y graves accidentes que provocaban, y con este motivo, y por otros menos confesables, recrudecióse la leyenda negra, alimentada por la profusa publicación de trágicos y aun mortales accidentes neosalvarsánicos.
Fue también durante la guerra europea cuando la asistencia de muchos meses a una Clínica dermovenereológica de universal reputación nos permitió aprender algo de técnicas y métodos hasta entonces poco o nada conocidos en España.»

Un laboratorio controla paso a paso toda la fabricación.
«A poco de terminada la guerra, en los países que fueron beligerantes -y en los neutrales también, que a todos nos alcanzaron las salpicaduras- la difusión de la sífilis le dio caracteres de grave pandemia.
Los amenazadores progresos del mal fueron atajados primero y reducidos después a proporciones que llamaremos normales gracias a la metódica y general aplicación de los tratamientos neosalvarsánicos. Nunca como en aquella ocasión pudo un medicamento demostrar por universal experiencia, extensiva a millones de observaciones, tan completa y definitiva eficacia. Y nunca tampoco pudo probarse mejor la evidente eficiencia de la profilaxis por el tratamiento.»

Se recuperan los alcoholes y demás productos volátiles.
«La leyenda negra, infamante sambenito de la medicación neosalvarsánica, quedó deshecha, porque al lado de tantos millones de curaciones, ¿que podían representar algunos accidentes graves o mortales?…»

Se procede al análisis químico…
«Durante el correr de los primeros años de la paz se lograron notables mejoras en el diagnóstico y el tratamiento de la sífilis. La difusión de los condesadores paraboloides o de fondo negro facilitaron la búsqueda del treponema, cuyos procedimientos de coloración ya habían sido perfeccionados por el método de la impregnación argéntica (Fontana), mientras continuos afinamientos de las reacciones colorimétricas tipo Wassermann, y sobre todo el descubrimiento por Porges de la facultad aglutinante de los sueros sifilíticos sobres las suspensiones lípicas, franqueó el paso a las más sensibles y específicas reacciones de aglutinación (Meinicke, Kahn, Garriga, Müller, etc.). Por otra parte, en plena regresión la teoría de Ehrlich de la terapia parasitótropa intraorgánica, las investigaciones de Wagner von Jauregg, Kirle, etc., utilizando la exaltación de las defensas naturales, mediante la paludización y la proteinoterapia, permitieron lograr positivos resultados en aquellos síndromes -tabes, parálisis general- hasta entonces inaccesibles a los más audaces y violentos asaltos terapéuticos. Finalmente, Levaditi, prosiguiendo los estudios de Balzer, consiguió hallar ciertos preparados de bismuto de inmediata eficacia en el tratamiento de la sífilis.»

…Y al ensayo biológico en animales.
«Pero, a fuer de justos, hemos de reconocer que en la fulminante boga alcanzada por la medicación bismútica influyeron poderosamente dos circunstancias: el mundial prestigio de su cuna -Instituto Pasteur, de París- y -¿por qué callarlo?- el persistente horror de muchos médicos a los temibles accidentes neosalvarsánicos, que todavía, con chocante constancia, continuaban detonando en ciertas publicaciones médicas.»

Cuando todos los resultados son favorables, el Neo-Faes se dosifica y envasa en ampollas..
«Fue entonces cuando circunstancias que no hace al caso detallar cumplieron nuestras aspiraciones colocándonos al frente de una Clínica en la que, por la clase y número de sus enfermos y por sus amplísimos medios de investigación diagnóstica y terapéutica, pudimos dedicarnos durante muchos años al estudio de las diferentes modalidades de los tratamientos neosalvarsánicos, utilizando desde las dosis mínimas y diarias de Sicard hasta las atrevidas de Thompsom y las insólitas de Leredde, amén de practicar el maximal frühbehandlund de Hoffmann; donde comparamos los resultados de los tratamientos puramente arsenicales con los mixtos -arsenomercuriales y arsenobismúticos-; donde intentamos rehabilitar al desdeñado mercurio, empleándolo en altas dosis por vía intravenosa; donde ensayamos numerosa serie de preparados bismúticos (Trepol, Neotrepol, Casbis, Wismulen, Muthanol, Quimby, Rubyl, etc.); donde probamos fortuna en desdichados enfermos de tabes y parálisis general con el tratamiento endolumbar de Gennerich, no obstante recurrir a sueros salvarsanizados y a soluciones arsenicales y bismúticas, sin obtener, en ningún caso, los excelentes resultados tan encomiados por algún famoso neurólogo (lafora); donde comprobamos, en dilatada serie de enfermos, la utilidad de la paludización y la piroterapia vacunal en el tratamiento de la sífilis, llegando al atrevimiento de esa fuerte cosa que es paludizar lúes e individuos jóvenes (Sáinz de Aja); donde asistimos con propia experiencia al amanecer, cénit, y fugaz ocaso de los salvarsanes metálicos (Silbersalvarsán y NeoSilbersalvarsán); donde observamos el rotundo fracaso de los arsenicales (Stovarsol, Spirocid y Treparsol) administrados por vía oral, que alguien proclamó insuperables (Clement Simon); etc., etc.»

…Que se cierran en el vacío absoluto, comprobado automáticamente por un procedimiento eléctrico especial.
«Y todo esto, practicando paralelamente multitud de investigaciones, analíticas o diagnósticas, complementarias, tales como la intradermorreacción a la luetina de Noguchy; la busca del treponema en el exudado de lesiones, en el jugo ganglionar y en la serosidad de ampolla producida por vejigatorio cantaridado; la preparación y ensayo del antígeno de Frei en el diagnóstico de la entonces recentísima enfermedad de Nicolás y Faivre; los exámenes comparativos de las reacciones serológicas seriadas según diferentes métodos…»

Neo-Faes (Neoarsenobenzol), está listo para su distribución.
«Hasta entonces, en el tratamiento de la sífilis siempre empleamos productos de importación, y casi exclusivamente el Neosalvarsán.
Pero ya hacía algunos años que un grupo de arriesgados técnicos y financieros, obedeciendo a estimulos científicos y económicos, habían acometido la empresa de fabricar en España un preparado que sustituyese y, si era posible, que aventajase al Neosalvarsán.
Y así nació el NEO-FAES.
Y así fue como al frente de nuestra Clínica, dotada de amplísimos medios de investigación y rebosante de enfermos, entre los cuales constituían legión los afectos de sífilis reciente, pudimos a través de muchos millares de inyecciones intravenosas del producto nacional NEO-FAES, comparar sus resultados con los obtenidos anteriormente, en idénticas condiciones, con el genuino Neosalvarsán, observaciones que han quedado detalladamente anotadas en muchos centenares de historias clínicas».
* Textos: Dr. Sebastián Lazo García (año 1940).
* Fotografías: Archivo fotográfico Faes Farma.
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