Cuando todos los resultados son favorables, el Neo-Faes se dosifica y envasa en ampollas..

01 de julio de 2015

«Fue entonces cuando circunstancias que no hace al caso detallar cumplieron nuestras aspiraciones colocándonos al frente de una Clínica en la que, por la clase y número de sus enfermos y por sus amplísimos medios de investigación diagnóstica y terapéutica, pudimos dedicarnos durante muchos años al estudio de las diferentes modalidades de los tratamientos neosalvarsánicos, utilizando desde las dosis mínimas y diarias de Sicard hasta las atrevidas de Thompsom y las insólitas de Leredde, amén de practicar el maximal frühbehandlund de Hoffmann; donde comparamos los resultados de los tratamientos puramente arsenicales con los mixtos -arsenomercuriales y arsenobismúticos-; donde intentamos rehabilitar al desdeñado mercurio, empleándolo en altas dosis por vía intravenosa; donde ensayamos numerosa serie de preparados bismúticos (Trepol, Neotrepol, Casbis, Wismulen, Muthanol, Quimby, Rubyl, etc.); donde probamos fortuna en desdichados enfermos de tabes y parálisis general con el tratamiento endolumbar de Gennerich, no obstante recurrir a sueros salvarsanizados y a soluciones arsenicales y bismúticas, sin obtener, en ningún caso, los excelentes resultados tan encomiados por algún famoso neurólogo (lafora); donde comprobamos, en dilatada serie de enfermos, la utilidad de la paludización y la piroterapia vacunal en el tratamiento de la sífilis, llegando al atrevimiento de esa fuerte cosa que es paludizar lúes e individuos jóvenes (Sáinz de Aja); donde asistimos con propia experiencia al amanecer, cénit, y fugaz ocaso de los salvarsanes metálicos (Silbersalvarsán y NeoSilbersalvarsán); donde observamos el rotundo fracaso de los arsenicales (Stovarsol, Spirocid y Treparsol) administrados por vía oral, que alguien proclamó insuperables (Clement Simon); etc., etc.»