Poderosas bombas de vacío profundo son necesarias para diversas operaciones…

01 de julio de 2015

«En 1914, al estallar la guerra europea y establecerse por los aliados el hermético bloqueo de Alemania, en breve plazo se agotaron en España las existencias de Neosalvarsán. Fue entonces cuando unos pocos y avisados médicos cotizaron hiperbólicamente las inyecciones neosalvarsánicas, mientras que los demás tuvieron que recurrir de nuevo a las lentas curas mercuriales, que para los habituados a la fulminante acción del Neosalvarsán resultó algo así como transbordar del rápido automóvil a la pausada carreta de bueyes.

Desde años antes, los químicos y clínicos del país vecino, aun más franceses que terapeutas, intentaban difundir el uso de ciertos preparados arsenicales -entre ellos la hectine-, aspirando a sobrepasar el éxito de la medicación de Ehrlich.»