Todas las operaciones han de llevarse a cabo en el vacío o en atmósferas inertes.

01 de julio de 2015

«Mientras tanto, continuó Ehrlich sus geniales investigaciones, que le condujeron a modificar el Salvarsán, primero con el Salvarsán sódico y después con el Neosalvarsán -cifrado con el número 914-, que si no aventajaba a áquel en eficacia, al menos simplificaba notablemente su técnica, reduciéndola a cosa tan sencilla como practicar una inyección intravenosa de pequeño volumen.

Y, por fortuna, del Salvarsán sólo quedó el recuerdo de aquella previa y delicadísima neutralización de la acidez de la solución con lejía de sosa; el de aquella azarosa y enorme inyección de 200 c.c.:; el de aquella complicada jeringa Schreiber, con su llave de doble paso, y aún el de aquel ingenioso aparato inyector de Azúa.

Pero con la nueva medicación -Neosalvarsán-, rápida y universalmente adoptada, no todo fueron motivos de alborozo…»