Partiendo de los ácidos arsénicos obtenidos, se empieza la fabricación de arsenobencenos.
«Siguióse de aquí que, en su afán por curar la sífilis, muchos sifiliógrafos (en España, Azúa) optasen, o bien por repetir las inyecciones de Salvarsán, o alternarlas con series de inyecciones mercuriales. Volvióse, pues, en cierto modo, al tratamiento crónico e intermitente de la sífilis preconizado por Fournier.
Terminada la Comisión, al reintegrarnos a la asistencia de nuestra especial clientela, abundantemente provistos del nuevo fármaco, pueden suponerse cuántos rápidos y brillantísimos resultados pudimos conseguir.»